Desde siempre supe que quería dedicarme al arte, incluso de pequeña me llamaban 
“la artista” del grupo, y ese título lo llevé con orgullo.

Lo que empezó siendo un juego, con el tiempo se convirtió en una forma de vida: 
la necesidad constante de crear, de provocar algo en quien observa y de contar 
historias que dejen huella.

Empecé mi camino profesional en el mundo de la moda y, a pesar de no ser mi lugar,  pronto entendí que  fue una etapa clave que me sirvió para descubrí las bases del valor del concepto. Posteriormente entré en el mundo audiovisual, el cual me permitió encontrar una libertad creativa que me hizo volver a conectar con mi propósito.

Me formé en montaje, combinando lo técnico con lo visual, y fue allí donde descubrí 
el collage animado, marcando un antes y un después en mi trayectoria profesional.  Rápidamente me di cuenta que  era el medio perfecto donde se unían todas mis pasiones: dirección de arte, narración visual, composición, reciclaje de imágenes 
y la expresión de emociones. Entendí que no es necesario crear algo desde cero 
para ser bonito o impactante; reutilizar también es una forma de innovar.
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